domingo, 8 de marzo de 2015

Un día color rosa

Hoy fue un día en el que soñé contigo, una vez mas al abrir mis ojos me invadió una angustia que no podía controlar, nunca he sido una persona ordenada y eso tengo que reconocerlo, soy muy impulsiva y lo sabes, siempre tengo diferentes reacciones, depende del sueño a veces me alegro, me entristezco, enfurezco o simplemente me frustro de haber despertado de saber que ese pequeño instante en que te vi se esfuma y es solo una vana ilusión de las secuelas que van dejando los recuerdos.

Con el tiempo me he dado cuenta que no sirve de nada escribirte, pensar en ti, llamarte, o de cualquier manera hacerte comprender que existo y que existiré para siempre en ti, porque así es, no importa lo que me digas o en mi caso lo que me digan, pase lo que pase, ya se sea el tiempo, la distancia, las horas o lo que sea que haga, ahí estas, porque en el momento en el que nos conocimos se creó esa semilla que tanto te escribía en poemas y que a pesar de ya estar marchita ella permanece sin que nada la detenga.

No sé para qué te escribo entonces, porque no tiene ningún fin, ningún resultado, tengo muy en claro que ya no hay la mínima esperanza de un regreso, pero lo extraño es que mi mente, mi cuerpo, mi alma lo mantiene tan vivo como si fuese ayer el día en que me despedí de ti miles de veces que no quería que acabaran, porque el despido era la parte fea de nuestra relación, la parte en la que mi corazón de alguna forma se entristecía porque deseaba tenerte cerca a diario.

Hace mucho no escribo y se nota, no ordeno lo que pienso, estoy escribiendo como cuando un niño aprende a caminar, que tiene sus desliz, que se equivoca a cada tanto y que se levanta para seguir, no entiendo porque mi mente insiste en conservar el pensamiento de que aun estas aquí, siento que el momento por el que estoy pasando se parece mucho a mi película favorita de amor ¨eterno resplandor de una mente sin recuerdos¨.

Porque de cierta manera procure tomar cada recuerdo físico y emocional, esconderlo en una caja de la que no tenga acceso alguno, todas las fotografías, cartas, regalos, absolutamente todo lo que tenía un apego o significado sentimental lo aleje de mi para no causarme dolor, para sanar mi corazón y darme cuenta de que realmente hay un final en todas las historias.

Pero al igual que Joel Barish me doy cuenta de que por más que quiera no hay manera de que te borre de mi memoria, ya eres parte de mi pasado y sé que contigo te llevaste parte de mí, y no lo digo por sonar cursi sino porque así lo fue, siempre que alguien me pregunta sobre ti y se sorprende de que ya no estemos juntos yo solo puedo contestar ¨si, fueron los mejores seis años de mi corta vida, pero también ahora estoy feliz y estoy bien¨.

Creo que en parte mi manera de escribir no se ordena cronológicamente, ahora me doy cuenta que cuando lo hago sencillamente lo pongo en palabras como una forma de tomar una fotografía instantánea de una estrella fugaz, esos momentos que deseas conservar, congelar y convertirlos en infinitos.

Es curioso que en cada párrafo puedo respirar mejor, al principio comencé un poco angustiada y frustrada; como en la fotografía, escribir es también una forma que tengo de expresarme, tal vez a nadie le importe o entienda por lo que estoy pasando, y no se trata tampoco de ser masoquista ni de darme con una piedra en el pecho, sino ser realista que esto sirve para mi propio bienestar, aunque me gustaría pensar que estas palabras van a dar algún aliento o esperanza, que no es la única persona que está pasando por algo así.

No quiero terminar diciendo que todo está bien y que ahora estoy tranquila, que soy una persona perfecta que ahora logre todo en la vida, seria mentirles si dijera esas cosas, al contrario, quiero recalcar en el hecho de que esta etapa que estoy viviendo,  se trata de un día a día en el que poco a poco te vas dando cuenta de quién eres y que quieres de la vida, en valorar todos los aspectos y hacerte crecer como persona.

Además estar consiente que no todos los días son en tonos naranjas o verdes en mi caso, así pintan mis mejores días porque el cliché de ¨días color rosa¨ está muy fuera de mis gustos y expectativas, para mi es todo lo contrario, de manera que mis ¨días rosas¨ son los que llamo ¨días grises¨,  el punto es que no siempre las cosas marchan bien y con todo el equilibrio del universo, van a ver días rosas en los que todo ira cuesta abajo y hasta puedes no querer seguir, dejar todo de un lado y mandarlo al carajo.

 Pero lo más importante es continuar, que a pesar de cualquier cosa u obstáculo te levantes con la frente en alto y con la convicción de que el día de mañana podrás ver y vivir con los mejores colores, los tonos más preciosos y las estrellas fugaces infinitas, no porque así vaya a ser te lo aseguro que no, sino porque tu actitud ante la vida siempre sea positiva, que recuerdes que todas las cosas nos ayudan a crecer, a formar lo que somos y queremos ser. 

jueves, 25 de septiembre de 2014

10 segundos


La parte más difícil de comenzar a escribir no es pensar en que escribo, porque en realidad son muchas las ideas e historias que pasan por mi mente, lo complejo es intentar darme a entender, acomodar y aclarar la cantidad de garabatos y pensamientos que guardo en mi cabeza, muchas veces soy mejor expresándome en primera persona pero cuando se incrementa el número de oyentes la cosa cambia por completo.
La verdad aun no comprendo la raíz del porque si al hacer bromas o socializar me desenvuelvo fácilmente, pero cuando se trata de temas cruciales o alguna especie de formalismo, los nervios me matan y la ansiedad comienza por las manos, los tics nerviosos, gestos inconscientes y repetitivos, que aumentan en compañía con mi ritmo cardíaco.

Es confuso el que un tema tan absurdo tomara tanta fuerza en mí, lo bueno de todo esto es que he logrado mejorar de diferentes formas, una de las maneras de vencerlo ha sido hablar del tema, enfrentarlo y confrontar para lograr superar esa gran barrera del pánico escénico, porque además sé que no soy la única que lo experimenta, hay casos más leves o más severos.

Hace unos meses estaba viendo un programa en la televisión que trataba sobre terapias y tratamientos para los tartamudos, ellos solos intentan lograr sobrellevar con esta discapacidad, con el uso de sinónimos, frases concisas y gestos los cuales representen de forma rápida el mensaje al comunicarse con otros, por lo que eran maneras para evadir el problema y aparentar comunicar lo que no pueden con su voz.

 En el caso de los tratamientos utilizaban otras herramientas como ejercicios de respiración, el uso de pausas y división de silabas, y los empleaban con el uso de un fajón en el pecho, para lograr una mejor respiración y una postura correcta, en otras palabras les daban la posibilidad de volver a aprender a hablar como si fuesen niños, lo que más me llamo la atención es que el charlista y tutor también fue tartamudo, logro superar su discapacidad a lo largo del tiempo, con mucha paciencia y dedicación.


De igual forma me identifique con este relato, porque a pesar de no tener un caso tan grave, estoy consciente de que tengo ciertos impedimentos y dificultad en esto, por lo que me encantaría ser de ejemplo y ayuda para los que experimentan este fenómeno.

Uno de las herramientas que me ha ayudado son las exposiciones universitarias que tengo casi semanales, en un inicio me enredaba, leía todo y ni siquiera lo leía bien, movía mucho las manos, recalcaba, redundaba, y en algunas ocasiones se me salía una que otra risa nerviosa, pero con la practica he mejorado, ahora mi voz no titubea tanto.

 Cuando expongo procuro alzar más la voz, pararme derecha, moverme si es posible para interactuar con el espectador y no permanecer en un solo lugar o con una  postura fija, respirar profundo, hacer las pautas adecuadas para no correr y exponer de manera fluida y segura.

Además intento cambiar la mirada cada cierto tiempo para refrescar la vista, poder analizar las reacciones y la respuesta del público con sus expresiones corporales y contacto visual.

Por ejemplo uno de los experimentos que realizo con frecuencia es el de la ley de los diez segundos mínimos, este consiste en entablar una secuencia de gestos, palabras o miradas y luego esperar la respuesta del receptor, es un ejercicio psicológico que sirve para darte cuenta si te están poniendo atención, captando tus ideas y recibiendo el mensaje de manera satisfactoria y adecuada, si es así inconscientemente el receptor repetirá palabras, la secuencia o patrón de gestos que le enviaste en un intervalo mínimo de diez segundos posteriores.

En el bus es donde suelo realizarlo casi a diario, procuro sentarme a observar a alguien unos pocos segundos, y que se yo rascarme la cabeza o cruzar los brazos, contar los diez segundos y ver si la persona se rasca la cabeza o cruza los brazos también, en realidad es un ejercicio simple, absurdo,  divertido pero real, se ha convertido en uno de mis hábitos, me parece curioso y fascinante ver las diferentes reacciones de cada persona, por medio de impulsos y mensajes casi automáticos que recibimos y enviamos.

Creo que la parte más interesante de todo esto, es que desde que inicie no he hecho más que exponerme ante ustedes sin dudarlo más, tirando mis pensamientos al aire sin filtrarlos y sin esperar nada a cambio simplemente la satisfacción de escribirlos en papel, con eso me basta y me sobra, ¿para que más?...


viernes, 12 de septiembre de 2014

Una sonrisa a gritos




Fue un día fuera de lo común en el que desperté cansado, una vez más oyendo los quejidos de mi madre, no hay forma de complacerle y entender que desea ella de mí, nos acompañamos el uno al otro en esta pequeña casa desolada y desierta.


Desde bebe fui criado de forma severa y estricta, todos los días tenía que salir muy temprano al bosque a ganar el sustento del hogar, mama sufre de esquizofrenia y demencia, siempre tengo que estar al tanto de ella, cuidándola de que no se haga daño, de que no se escape o se lastime

 En varias ocasiones ha huido de la casa, intentando escapar de las voces que la persiguen, pasó varias semanas perdida en el bosque escuchando voces, sombras y sonidos que le susurraban en todo momento, ¨bruja no vas a salir de aquí¨, ¨nadie te está buscando¨, ¨estás loca y pronto vas a morir¨, ¨estas sola, no vas a encontrar la salida¨, ella discutía con las voces, intentaba atacarlas con sus garras, palos y gritos, con todo lo que podía se defendía.

Yo en medio de las sombras, escondido, buscando en todos los bosques a mama, estaba tan preocupado, con muchos miedos, y muy hambriento, a pesar de todo lo que me maltrata, ella es la única persona que tengo de compañía y ahora no la tenía.


Cuando por fin la escuche aullar, mi corazón se alegró, corrí por las sombras sin ningún temor porque tenía la esperanza de hallarla, abrazarla y siempre cuidarla, a pesar de cómo es conmigo en el fondo sé que es su forma de demostrarme que me ama y que dio todo por mí a diferencia de ese lobo patán que la abandono en aquella piedra en plena tormenta, con un lobito en brazos.

Siempre intento amanecer con una sonrisa, pensando en que pronto todo estará bien, me duele ver que mi viejita este tan mal, por eso desde que la rescate, la cuido día y noche, no cierro mis ojos ni un segundo mirando su maniática sonrisa diciéndome tantas cosas lindas ¨porque no te morís¨, ¨ándate como tu papá, que yo nací sola y soy feliz sola¨, ¨que es asco esta sopa tan fría y amarga¨, algunas son tan cursis que ni siquiera puedo contarlas, el solo pensarlas me causa un nudo en la garganta y se me humedecen los ojos.

Esta mañana amaneció con ganas de comer chancho, así que me dijo que fuera al bosque rustico a traerle uno de esos chanchos que siempre cantan, rondan por allí jugando, yo ya los he visto, son tres hermanitos que siempre andan haciendo travesuras y construyendo cosas, son de familia acomodada, siempre andan bien vestidos, hablan de una forma muy culta y caminan muy derechos como saludando al sol.

Yo nunca he sido una persona envidiosa pero imaginarme la idea de tener mucha comida, desperdiciarla y ensuciarme en el lodo de un lado al otro, nunca me ha parecido oportuno.

                Cuando llegue iba con toda la furia de los insultos de mi madre de que no podría, que era un lobo débil, cobarde y miedoso como mi padre, tome todas mis fuerzas, me acerque a ellos con una mirada ruda y penetrante, seguro de que me comería a los tres, que se los llevaría a mamá como trofeo y que se sentiría orgullosa de mi.
Entonces vi la primera casa de paja, me pareció más sencillo simplemente soplarla y asustar al chancho, cuando la sople el salió corriendo asustado a la casa del hermano, la segunda casa la había construido de madera, al parecer no tengo la suficiente fuerza como para derrotar y derrumbar esta casa de madera con un soplo, así que comencé a aullar tan fuerte y a golpear con todas mis fuerzas la casa para sacar a los chanchos, ¡y la derribe!.

                Mi corazón latía tan rápido y cada vez estaba más cerca de lograr mi plan, pero los chanchitos huyeron a la casa del tercero cerdito, esta vez la estrategia de las casas anteriores no funciono, esta era de ladrillo, intente golpearla, gritar, patalear y nada, así que vi una chimenea en lo alto de la casa, escale un árbol que había junto a ella, entre para capturarlos, cuando llegue adentro todo era oscuro, y había mucho humo, de repente sentí un ardor caliente y profundo por todo mi cuerpo, los puerquitos estaban esperando mi llegada para mojarme y ahuyentarme con agua caliente, así que tuve que huir.


                De camino a casa no podía evitar sentirme avergonzado, triste y frustrado, había estado tan cerca de poder sorprender a mamá, de que por fin me dijera el buen trabajo que había hecho, que me abrazara, poder sentir que al fin tendríamos comida para varios meses y pensé por un momento esa casa tan linda, de piedra podía ser nuestra, pero simplemente no paso, al llegar a casa me encontré con la misma loca, regañona y esquizofrénica de mi madre, cuanto desearía que me diera aunque sea una mínima muestra de cariño, que me dijera te amo...

Pero bueno no hay remedio, no queda más que seguir viviendo, y poder amanecer un día más sonriendo a gritos.